Ellos cobran vida por la noche

Ellos cobran vida por la noche

Los libros en la estantería susurran secretos olvidados. Las páginas, como alas de insectos, comienzan a agitarse, y las palabras, atrapadas durante el día en el letargo del polvo, se despiertan de su sueño eterno. Es entonces cuando las historias se desnudan de su inercia, y los personajes, como sombras desmembradas, emergen de la tinta para danzar en la oscuridad.

Los héroes, antaño valientes, se convierten en espectros de su propia leyenda, mientras los villanos se regocijan en la libertad de sus atrocidades. Las descripciones vívidas se materializan en formas grotescas; los monstruos que solo existían en las mentes de aquellos que leyeron, ahora se retuercen y se ríen, listos para cobrar venganza por los años de olvido.

En esa noche interminable, cada rima y cada verso se transforman en un eco de advertencia. Las palabras se convierten en cadenas que atrapan a quienes se atreven a mirar, y los relatos, como un veneno dulce, invitan a los incautos a perderse en sus laberintos de horror. Ellos cobran vida por la noche, y con cada campanada de la medianoche, el ciclo se renueva, dejando un rastro de almas perdidas entre las páginas de un libro que nunca volverán a cerrar.