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domingo, 9 de marzo de 2025

Fragmentos de un Alma perdida

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Fragmentos de un Alma perdida
Fragmentos de un Alma perdida

En la penumbra de su mente, el hombre se encontraba en un laberinto de espejos rotos, donde cada fragmento reflejaba una versión distorsionada de sí mismo. Aparentemente, intentaba resistir, aferrándose con uñas y dientes a una realidad que se desvanecía como humo entre sus dedos. Sin embargo, el eco de sus propios gritos resonaba en las paredes de su conciencia, un canto lúgubre que lo llamaba hacia el abismo.

Los demonios internos, sombras con formas grotescas, danzaban a su alrededor, burlándose de su esfuerzo por escapar. Cada paso que daba resonaba como un tambor de guerra, y cada latido de su corazón era una sentencia de muerte, un recordatorio de que el vacío lo aguardaba con brazos abiertos. La lucha era feroz; el hombre se debatía entre la luz tenue de la razón y la oscuridad seductora de la desesperación. 

En su mente, los demonios susurraban verdades distorsionadas, revelando secretos que jamás había querido enfrentar. "Eres un naufragio", decían, "una cáscara vacía destinada a ser devorada por la negrura infinita". Con cada respiro, se sentía más ligero, como si su alma estuviera siendo despojada de su peso, una pluma que caía hacia el vacío sin poder evitarlo.

Finalmente, el hombre comprendió que su resistencia era solo un espejismo, una ilusión alimentada por el miedo. En su lucha interna, se dio cuenta de que el abismo no era un destino, sino una parte de él, una sombra que siempre había acechado en los rincones más oscuros de su ser. Y así, con un último grito ahogado, se dejó llevar, abrazando la oscuridad que lo reclamaba, convirtiéndose en un eco más de los muchos que habían caído antes que él.

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