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| La sombra ahumada |
El viento gélido susurraba entre los pinos, llevando consigo el olor a madera quemada y un hedor nauseabundo, dulzón y metálico. Era una noche sin luna, oscura como la boca de un lobo hambriento. Nos habíamos adentrado demasiado en el Bosque Negro, buscando un atajo que, según decían los lugareños, era un camino directo al olvido. Ahora, arrepentidos, maldecíamos nuestra audacia.
La fogata crepitaba con poca fuerza, insuficiente para romper la oscuridad opresiva que nos rodeaba. De repente, un humo grisáceo, denso y con extrañas ondulaciones, emergió desde la profundidad del bosque. No era el humo de una hoguera, ni siquiera el de una casa en llamas. Era… diferente. Se elevaba, retorciéndose como un ser vivo, formando una figura espectral, una silueta macabra que tomaba forma en la noche.
Una cabeza calavera con dientes afilados y una boca abierta en un silencioso grito de agonía se materializó en el humo. Su cuerpo, hecho de vapor y sombras, parecía estar formado por miles de filamentos grisáceos que se trenzaban y desataban como serpientes. Era el fantasma del humo, la leyenda local que advertía a los viajeros de su terrible presencia.
El terror nos paralizó. La fogata, nuestra única defensa contra el frío y la oscuridad, se consumió bajo la mirada del espectro. No podíamos gritar, no podíamos movernos. El fantasma del humo se acercaba, sus filamentos ondulantes extendían hacia nosotros como tentáculos hambrientos. Sentíamos su hedor acre y repulsivo, penetrante, como la muerte misma.
Intenté moverme, pero mis piernas se habían convertido en plomo. Mis compañeros gritaron, pero sus voces eran tragadas por la noche profunda. El humo fantasmal nos envolvió, un abrazo frío y mortal. Su cuerpo se disolvió, y entonces supimos que no había muerto, sino que se había convertido en parte de nosotros.
Desde entonces, solo queda el bosque, la noche eterna y el hedor del olvido. Y a veces, si escuchas con atención, podrás oír el susurro del humo, una advertencia silenciosa para los incautos valientes que se atreven a desafiar al Bosque Negro.
