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El fantasma de mi abuela |
Cuando clara decidió pasar la noche en la antigua casa de su abuela, que había quedado vacía tras su fallecimiento un año atrás. La casa, con sus paredes desgastadas y sus muebles cubiertos de polvo, guardaba recuerdos de risas y cariño, pero también de secretos que Clara prefería olvidar.
Mientras la lluvia golpeaba los cristales, Clara encendió una vela y se acomodó en el salón, rodeada de fotografías enmarcadas que capturaban momentos felices. Sin embargo, a medida que las horas avanzaban, comenzó a sentir una extraña inquietud. Se decía a sí misma que era solo la soledad, pero el ambiente pesado y el crujir de las tablas bajo sus pies la hacían dudar.
De repente, un frío helado recorrió la habitación. La llama de la vela titiló, y Clara sintió que no estaba sola. Miró hacia la esquina del salón y, para su sorpresa, allí estaba. Una figura etérea, con un vestido blanco y el cabello canoso desordenado, se materializó lentamente. Era el fantasma de su abuela.
Clara sintió un escalofrío que le recorrió la espalda, pero no pudo apartar la mirada. La figura la observaba con ojos tristes, como si quisiera comunicar algo importante. Sin embargo, no podía oírla; todo lo que podía escuchar era el rugido de la tormenta afuera.
—Abuela… —logró susurrar Clara, el miedo y la curiosidad entrelazados en su voz—. ¿Por qué estás aquí?
La figura pareció acercarse un poco, y Clara notó que su abuela sostenía un objeto en sus manos, algo brillante que relucía a la luz de la vela. Era un viejo colgante que Clara había visto muchas veces, pero que nunca había tenido la oportunidad de preguntar por su historia. La abuela alzó la mano y, con un gesto suave, pareció invitarla a acercarse.
Con el corazón latiendo desbocado, Clara se levantó y dio un paso hacia la figura. A medida que se acercaba, sintió el aire volverse aún más frío, casi como si el tiempo se detuviera. La imagen de su abuela comenzó a desvanecerse, pero Clara extendió la mano, sintiendo que había algo que debía saber.
—¿Qué quieres decirme? —gritó, la angustia llenando su voz.
En ese instante, el viento aulló con fuerza y la figura se desvaneció completamente, dejando solo el colgante en el suelo. Clara se agachó y lo recogió, sintiendo que había algo más en su interior. Fue entonces cuando escuchó un susurro, suave como un eco lejano: "Cuida de la familia… cuida el legado".
La tormenta amainó y la casa quedó en silencio. Clara, con el colgante en la mano, comprendió que su abuela había querido protegerla, incluso más allá de la muerte. Desde aquella noche, nunca volvió a tener miedo en aquella casa. En su corazón sabía que el amor de su abuela siempre estaría con ella, guiándola y cuidándola desde el más allá.