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| La dama de la niebla |
Era una noche fría y brumosa cuando Clara decidió visitar el viejo cementerio de su pueblo. Las leyendas hablaban de una figura fantasmal que aparecía entre las lápidas, una dama vestida de blanco que susurraba los nombres de aquellos que habían partido. Aunque el miedo la acompañaba, la curiosidad pudo más que su temor.
Al entrar, la niebla se espesó, envolviendo todo en un manto de misterio. Las lápidas estaban cubiertas de musgo y algunas se inclinaban, como si las almas que allí descansaban quisieran levantarse. Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero continuó avanzando, guiada por un impulso inexplicable.
De pronto, un susurro etéreo rompió el silencio: "Clara...". Su corazón se detuvo un instante. Volteó, pero no había nadie. La niebla parecía cobrar vida, danzando a su alrededor. Decidida a desentrañar el misterio, Clara siguió el sonido. Pasó junto a tumbas deterioradas y estatuas cubiertas de hiedra, hasta que llegó a un claro donde la niebla se disipó momentáneamente.
Allí, en el centro, estaba ella: una figura de belleza inquietante, con un vestido blanco que flotaba a su alrededor como si estuviera sumergido en agua. La dama sonrió, pero en su mirada había una tristeza profunda. "He estado esperando", dijo con una voz suave como un susurro de viento.
Clara sintió terror y fascinación a partes iguales. "¿Quién eres?", le preguntó, intentando mantener la calma.
"Soy la guardiana de estos lugares", respondió la dama. "Las almas perdidas vienen a mí, buscando consuelo. Pero tú… tú no deberías estar aquí".
La niebla comenzó a arremolinarse, y Clara sintió que el miedo la dominaba. "Debo irme", murmuró, pero la dama extendió su mano. "No temas. Hay algo que debes saber."
De repente, el cementerio cobró vida. Las lápidas comenzaron a brillar y las sombras de los árboles se alargaron. Clara vio figuras que emergían de la niebla, almas atrapadas, sus rostros llenos de desesperación. La dama sonrió de nuevo, pero esta vez su expresión era de súplica. "Ayuda a los que han quedado atrás, Clara. Ellos necesitan tu luz".
Clara, paralizada por el terror, miró alrededor. ¿Qué podía hacer ella, una simple mortal, frente a la eternidad de aquellos que habían partido? La dama extendió su mano aún más. "Elige, Clara. Puedes quedarte y ayudarme, o puedes huir y dejar que estas almas sigan atrapadas en la oscuridad".
Opciones para el lector:
- Clara elige quedarse: Decide ayudar a las almas perdidas y se convierte en la nueva guardiana del cementerio, enfrentándose a los horrores y misterios que la rodean.
- Clara elige huir: Corre de regreso a la salida del cementerio, pero algo la persigue en la niebla, y descubre que escapar no es tan fácil como parece.
- Clara busca una forma de liberar a las almas: Intenta encontrar un ritual antiguo que podría liberar a las almas atrapadas, pero en su búsqueda, desata algo oscuro que amenaza con consumirla.
Cada elección lleva a un desenlace diferente, pero todas están marcadas por el eco de la historia de la Dama de la Niebla, quien siempre estará presente en la bruma del cementerio.
