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jueves, 20 de febrero de 2025

El gato de las sombras

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El gato de las sombras
El presagio negro

El sendero se estrechaba, traicionero y oscuro, entre árboles retorcidos que parecían garras de un gigante. Las linternas de hierro forjado, colgadas de ramas nudosas, proyectaban sombras danzantes que se movían como espectros. El aire mismo parecía pesado, cargado de un silencio que resonaba con una amenaza latente. Entonces lo vi.

Una sombra se separó de la penumbra, sus ojos como brasas ardiendo en la oscuridad. Era un felino, enorme y negro como la noche más profunda, con púas afiladas erizadas en su lomo y unos cuernos curvados que coronaban su cabeza. Sus fauces, abiertas en un silencioso rugido, revelaban dientes afilados como cuchillas. No era un gato común; era una criatura de pesadilla, un monstruo salido de los cuentos más oscuros.

Sus ojos amarillos penetrantes se clavaron en mí, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Un hedor sulfuroso emanaba de él, un olor a muerte y podredumbre. No era la amenaza física lo que me paralizaba, sino una sensación profunda de terror primigenio, una intuición visceral de que esta criatura era algo más que un depredador. Era un presagio, un mensajero del abismo.

Intenté huir, pero mis piernas se negaron a obedecer. Una fuerza invisible me mantenía anclado en el lugar, hipnotizado por la mirada del monstruo. El gato avanzaba, lento y deliberadamente, cada paso resonando en el silencio sepulcral. Las linternas parpadeaban como ojos que me observaban, presenciando mi inevitable fin.

El final llegó sin violencia, sin ruido. Simplemente, la oscuridad pareció tragarme, la presencia del gato envolviéndome en un vacío que anulaba la realidad. La última imagen que vi fueron sus ojos amarillos, brillando triunfantes en la oscuridad eterna.

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