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| Invitados sorpresa |
Era una noche fría y oscura en la pequeña ciudad de Eldridge. Un joven llamado Lucas se encontraba solo en su casa, buscando consuelo en el fondo de una botella de whisky. Las luces parpadeaban tenuemente, creando sombras danzantes en las paredes. Había decidido que una noche de soledad y alcohol era justo lo que necesitaba para olvidar sus problemas.
Mientras el líquido dorado se deslizaba por su garganta, Lucas escuchó un extraño susurro que parecía venir del exterior. Se acercó a la ventana, entreabriéndola un poco para escuchar mejor. El viento traía consigo un murmullo inquietante, como si algo estuviera llamándolo. Frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, pero decidió ignorarlo. Después de todo, ¿qué podía pasar en una noche como esta?
Con cada sorbo, la sensación de euforia se apoderaba de él, y las sombras en la habitación parecían cobrar vida. Fue entonces cuando notó algo inusual en la oscuridad. Frente a su casa, había varias figuras encapuchadas, agrupadas en silencio. Sus trajes eran negros como la noche, y sus rostros estaban ocultos bajo profundas capuchas que no dejaban ver más que un vacío inquietante.
Lucas sintió un nudo en el estómago. La curiosidad lo empujó a asomarse más, y se dio cuenta de que las figuras parecían mirarlo, aunque no podía discernir sus ojos. Una sensación de terror comenzó a apoderarse de él, y la botella que sostenía tembló en su mano. Sin embargo, algo lo impulsó a abrir la ventana del todo.
—¿Quiénes son ustedes? —gritó, tratando de que su voz sonara firme, aunque temblaba de miedo.
Las figuras no respondieron. En cambio, comenzaron a acercarse lentamente, como sombras que se deslizaban sobre la hierba. Lucas sintió un impulso de cerrar la ventana y huir, pero sus piernas estaban ancladas al suelo. La intriga y el terror lo mantenían inmóvil.
De repente, una de las figuras dio un paso adelante y, con un gesto que parecía casi involuntario, levantó una mano. En su palma, un objeto brillaba tenuemente: un pequeño símbolo grabado que parecía pulsar con una luz propia. En ese momento, Lucas comprendió que no estaban allí por casualidad.
—¡Invitados sorpresa! —susurró la figura, su voz un eco distante que resonó en su mente.
El corazón de Lucas se detuvo. ¿Qué significaba eso? ¿Qué querían de él? La sensación de peligro se intensificó, y con un último esfuerzo, retrocedió. Pero antes de que pudiera cerrar la ventana, una ráfaga de viento helado lo empujó hacia atrás, y las sombras se precipitaron en su dirección.
Lucas sintió cómo el terror lo envolvía. Ya no era el joven despreocupado que buscaba escapar de su realidad. En ese instante, se dio cuenta de que había invitado a la oscuridad a su vida, y ahora, los "invitados sorpresa" estaban listos para cobrar su precio. Las risas apagadas y los murmuros escalofriantes llenaron la habitación mientras las figuras se abalanzaban sobre él, arrastrándolo hacia un abismo del que no podría escapar.
La última imagen que vio antes de perder el conocimiento fue la de esas capuchas, sonriendo con una satisfacción inquietante, felices de haber encontrado a su nuevo huésped en la noche.
