Anunciate aqui

viernes, 28 de febrero de 2025

La sombra del pasado

0 comments
La sombra del pasado
La sombra del pasado

Era una noche oscura y tormentosa. El viento aullaba y la lluvia golpeaba contra las ventanas de la vieja y abandonada casa Blackwood. Dentro de sus muros en ruinas, un espectro demacrado se movía sigilosamente por los corredores desolados. Su nombre era Silas, un hombre que había muerto dentro de esas mismas paredes hace muchos años.

Silas se había sentido atraído por la casa encantada desde el más allá. Era su prisión, pero también su hogar. No se le permitía descansar, atormentado por los recuerdos de su vida y de la trágica muerte que sufrió. Cada día, Silas deambulaba por los dormitorios y los pasillos, su rostro fantasmal retorcido por el dolor y la desesperación.

Un grupo de adolescentes atrevidos decidió investigar la casa Blackwood. Iban armados con linternas, cámaras y un deseo común de probar su valentía. Sin embargo, ninguno de ellos estaba preparado para enfrentar el horror que ocultaba la casa o para el encuentro que los aguardaba.

Cuando las luces se apagaron, aparecieron las visiones. Los chicos se encontraron en una oscuridad total, rodeados por gemidos y susurros. De repente, se oyó un golpe a sus espaldas. Silas les susurraba al oído, susurrándoles recuerdos dolorosos y susurrándoles palabras que calaban hasta lo más profundo de su alma.

Los niños estaban llenos de miedo, gritando y corriendo en todas direcciones. Cuando se encontraron en la oscuridad absoluta, escucharon un susurro. "Aléjense de mi tierra", dijo Silas. Su voz resonó hasta el último rincón de la casa. No fue una amenaza, fue una súplica desesperada.

Uno de los muchachos tropezó y cayó al suelo, su linterna se rompió y dejó la habitación completamente a oscuras. El fantasma apareció delante del grupo de niños, su cuerpo translúcido brillaba en la oscuridad. Él no quería hacerles daño, pero tampoco se permitía descansar.

Los chicos corrieron tan rápido como pudieron, escapando de la casa Blackwood tan pronto como pudieron. Pero nunca olvidaron las visiones que habían visto o los susurros que habían oído. Porque Silas nunca los había olvidado. Tenía que seguir esperando y deambular por la casa, esperando cada noche que alguien más osado se atreviera a entrar.


Relacionados

No hay comentarios:

Publicar un comentario