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| La casa de las sombras |
En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques, se alzaba una antigua mansión gótica, conocida por todos como "La casa de las sombras". Construida en el siglo XIX por el enigmático conde Alaric, la mansión era famosa por su arquitectura imponente: torres puntiagudas, ventanas adornadas con vitrales y un jardín que parecía tener vida propia, donde las plantas crecían en formas extrañas y retorcidas.
Se decía que el conde Alaric había realizado oscuros rituales en la mansión, buscando la inmortalidad a costa de almas inocentes. Los habitantes del pueblo evitaban acercarse, ya que cada luna llena, un estremecedor lamento resonaba desde el interior, como si las paredes mismas estuvieran llorando.
Una noche, un grupo de jóvenes aventureros decidió desafiar la leyenda y explorar la mansión. Armados con linternas y valentía, cruzaron el umbral de la puerta, que chirrió como si estuviera advirtiéndoles que no entraran. El aire era frío, y una sensación de opresión envolvía el lugar. Las sombras parecían moverse a su alrededor, y susurros apenas perceptibles llenaban el silencio.
Mientras exploraban las habitaciones cubiertas de polvo y telarañas, encontraron un viejo diario en la biblioteca. Pertenecía a la hija del conde, Isabella, quien había sido encerrada en la mansión por su padre, temiendo que ella pudiera revelar sus secretos. En sus páginas, Isabella describía visiones de almas atrapadas, vagando eternamente por los pasillos, buscando la paz que nunca alcanzarían.
De repente, un grito desgarrador resonó en el aire, y las luces de las linternas parpadearon. Los jóvenes, aterrorizados, intentaron escapar, pero las puertas se cerraron de golpe, como si la mansión misma no quisiera dejarles ir. Las sombras comenzaron a cobrar forma, revelando figuras espectrales que parecían querer comunicarse con ellos.
En medio del pánico, uno de los jóvenes, Tomás, recordó una frase del diario: “La luz puede romper el hechizo”. Sin dudarlo, encendió todas las linternas y, con gran esfuerzo, logró abrir una ventana. Un rayo de luna iluminó la habitación, y las sombras comenzaron a desvanecerse, liberando un susurro de agradecimiento.
Aprovechando la confusión, el grupo corrió hacia la salida, logrando escapar justo antes de que la mansión cerrara sus puertas de nuevo. Desde esa noche, la casa de las sombras quedó en silencio, pero los aldeanos aseguraban que, algunas noches, se podían escuchar los lamentos de las almas perdidas, recordando la valentía de aquellos que se atrevieron a desafiar la mansión gótica.
Y así, la leyenda perdura, advirtiendo a todos sobre los secretos oscuros que pueden habitar en las sombras de una mansión olvidada.
