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| La marcha de las sombras |
En el corazón de la noche, donde el susurro del viento se convierte en un lamento, se extiende un bosque denso y oscuro. Sus árboles, altos y retorcidos, parecen alzar sus ramas como garras en busca de almas perdidas. La luna, oculta tras un manto de nubes, lanza apenas un hilo de luz que se filtra entre las hojas, creando un juego de sombras que danzan sobre el suelo cubierto de hojas muertas.
A medida que te adentras en este paisaje sombrío, la atmósfera se vuelve densa y opresiva. Un escalofrío recorre tu espalda, y es entonces cuando las figuras encapuchadas aparecen, surgiendo de la penumbra como espectros de un mundo olvidado. Vestidas con túnicas oscuras que parecen absorber la luz, se mueven con una gracia inquietante, como si fueran parte del mismo bosque.
Sus rostros están ocultos en la sombra de sus capuchas, pero un aura de misterio y siniestralidad envuelve a cada una de ellas. Se dice que son los guardianes de secretos antiguos, seres que han estado presentes en este lugar desde tiempos inmemoriales. Sus ojos, si es que existen, parecen brillar con una luz propia, observando a los intrusos con una mezcla de curiosidad y desdén.
Algunos afirman haber escuchado susurros en la brisa, palabras incomprensibles que resuenan en la oscuridad. Otros han visto cómo se reúnen en círculos, realizando rituales en los que la luna llena es la única testigo. Los ecos de sus cánticos reverberan en el aire, envolviendo a quienes se atreven a acercarse en una sensación de horror y fascinación.
A medida que la noche avanza, el bosque se transforma en un laberinto de sombras. Las figuras encapuchadas parecen guiar a los perdidos hacia un destino incierto, sus movimientos fluidos y etéreos desdibujan la línea entre el mundo real y el de las pesadillas. Aquellos que han cruzado su camino nunca regresan, sus gritos ahogados se pierden en el eco del bosque, como si la tierra misma se hubiera tragado sus almas.
Los árboles susurran historias de aquellos que, atraídos por el misterio, se adentraron en el bosque sin mirar atrás. Se dice que sus ecos aún resuenan entre las hojas, un recordatorio escalofriante de que algunas curiosidades son mejor dejarlas sin respuesta.
Un viento gélido sopla, y de repente, sientes que la atmósfera cambia. La presencia de las figuras encapuchadas se hace más intensa, como si te estuvieran llamando. Te detienes en seco, el corazón latiendo con fuerza en tu pecho. ¿Te atreverás a acercarte? ¿O preferirás dar la vuelta y huir de este paisaje oscuro y fantasmal?
