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jueves, 1 de mayo de 2025

El Ojo del mal

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El Ojo del mal
El Ojo del mal

Aquella noche, la niebla se arremolinaba sobre el pueblo, envolviendo las calles en un manto de silencio y sombras. La luna, apenas visible entre las nubes, lanzaba destellos pálidos que parecían apagar cualquier rastro de vida. En una esquina olvidada, frente a una antigua puerta de madera, se encontraba un hombre que parecía demasiado perfecto para ser humano.

Su rostro, pálido y sin arrugas, tenía una belleza inquietante. Los ojos, sin pupilas, eran espejos oscuros que reflejaban una mirada penetrante y fría. La sonrisa que adornaba su rostro no era acogedora; parecía una mueca de satisfacción, como si viera algo que nadie más podía ver. Y lo más perturbador: parecía que, en ese instante, sus ojos estaban fijamente clavados en los tuyos.

Un escalofrío recorrió tu espalda. La sensación de ser observado se intensificó, como si el mismísimo diablo hubiera emergido de las sombras para mirarte directamente a los ojos. La presencia del extraño era abrumadora, una presencia que parecía atravesar tu alma. La calle vacía y la neblina solo aumentaban la sensación de aislamiento.

De repente, el hombre dio un paso adelante, lentamente, como si flotara en el aire. La distancia entre ustedes se reducía, pero tú no podías moverte. La respiración se te volvió entrecortada y el corazón latía con fuerza, como si quisiese salir de tu pecho. En ese momento, comprendiste la terrible verdad: aquel no era un simple mortal, sino una encarnación del mal, un espejo del infierno en forma humana.

Sus ojos, ahora más cercanos, parecían penetrar tu alma, revelando tus miedos más profundos, tus secretos más oscuros. La sonrisa se amplió, y en su expresión se leía una promesa: él siempre estará observando, esperando el momento adecuado para atraparte en su reino de sombras.

Y justo cuando pensaste que no había escapatoria, la figura desapareció en la neblina, dejando solo su risa suave y siniestra resonando en la noche. Quedaste allí, temblando, con la sensación de que el diablo en forma humana aún te mira, y que, en cualquier momento, volverá por ti.

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