La leyenda de la Bestia Carmesí y su poder prohibido. Nadie sabía exactamente cuándo empezó la leyenda, pero todos conocían sus peligros: aquellos que buscaban desatar su poder terminaban desapareciendo sin dejar rastro, como si la tierra los hubiera devorado.
Según la historia, la Bestia Carmesí era una criatura ancestral, de ojos ardientes y piel escarlata que se escondía en las profundidades de la montaña más antigua, donde las raíces de los árboles parecían retorcerse en formas antinaturales. Se decía que su poder era inmenso, capaz de conceder deseos y otorgar fuerza sobrehumana, pero a un precio terrible: quien osara invocar su poder sería consumido por su ira y su sed de destrucción.
Una noche, un joven llamado Lucas, impulsado por la desesperación y el deseo de salvar a su hermana enferma, decidió buscar la verdad. Había oído las historias, pero también había leído antiguos grimorios que hablaban del poder de la Bestia Carmesí, y pensó que quizás podía controlarla, usar su poder para curar a su hermana sin pagar el precio.
Armado con un antiguo amuleto y una linterna, Lucas se adentró en el bosque, guiado por una extraña sensación de llamada. Al llegar a la cima de la montaña, encontró una cueva oculta por ramas y piedras, y allí, en la penumbra, la vio: la Bestia Carmesí. Sus ojos brillaban con un fuego infernal, y su presencia hacía temblar la tierra.
Lucas, temblando pero decidido, pronunció las palabras que había memorizado, invocando el poder de la bestia. En ese instante, una ola de energía lo atravesó, y sintió cómo su cuerpo se llenaba de una fuerza indescriptible. La Bestia le concedió su poder, pero con una advertencia: “El poder prohibido siempre tiene un precio. Cuando lo tomes, la oscuridad también te tomará”.
Al día siguiente, Lucas regresó al pueblo, curando a su hermana y mostrando una fuerza sobrehumana. Pero poco a poco, su mirada empezó a volverse vacía, sus movimientos más feroces, y su alma parecía consumida por la presencia de la Bestia. Los aldeanos pronto comenzaron a notar que algo no estaba bien.
Aquella noche, la tierra tembló y un grito terrible resonó en el bosque: era Lucas, ahora completamente poseído por la Bestia Carmesí. Sus ojos ardían con el mismo fuego de la criatura, y su voz retumbaba con un eco siniestro. La bestia había sido liberada, y su poder prohibido había sido desatado en el mundo.
Desde entonces, el pueblo quedó marcado por la tragedia. La leyenda de la Bestia Carmesí sirvió como advertencia: algunos poderes son demasiado peligrosos para ser desatados, y el precio de jugar con lo prohibido puede ser la propia alma. La bestia acecha en las sombras, esperando a aquel que se atreva a invocar su poder una vez más, sedienta de destrucción y venganza.
