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sábado, 22 de febrero de 2025

El té de medianoche

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El té de medianoche
La niña y las sombras

La pequeña Alice se sentaba sola en el suelo de madera pulida, su vestido azul pálido contrastando con la oscuridad de la habitación. En sus manos sostenía una diminuta taza de té, el vapor que se elevaba apenas visible en el aire denso. A su alrededor, suspendidos en el aire como gruesas gotas de cera de vela derretida, flotaban espectros. No eran fantasmas etéreos y vaporosos; eran entidades grotescas, con caras de calavera y ojos vacíos que miraban fijamente a la niña.

Algunos tenían bocas abiertas en silenciosos alaridos, otros sonreían con una mueca horrible. No parecían hostiles, más bien… expectantes. Pequeños pájaros blancos, como figuras de porcelana, volaban a su alrededor, sus chirridos agudos y chillones apenas audibles sobre el susurro constante de los fantasmas.

Alice no parecía asustada. Bebía su té con calma, su mirada fija en la taza. Parecía acostumbrada a esta macabra compañía. Había crecido en medio de ellos, en esta mansión sombría y olvidada, heredada de una antepasada que practicaba artes oscuras.

La casa misma estaba viva, sus paredes resonando con susurros, gemidos y carcajadas apagadas. Los fantasmas eran los guardianes de la casa, los testigos silenciosos de los oscuros secretos que se ocultaban dentro de sus muros.

De pronto, uno de los fantasmas, el más grande y con una sonrisa particularmente siniestra, se acercó a Alice. Se inclinó sobre ella, su cara de calavera a centímetros de la suya. Alice no pestañeó. Tomó otro sorbo de té, y en el silencio que siguió, se escuchó un débil susurro, tan suave que parecía una brisa: “El té está frío, querida Alice.”

El susurro no era amenazante, simplemente triste, una expresión de soledad que traspasaba la grotesca apariencia del fantasma. Era como si, en sus ojos vacíos, Alice viera un reflejo de su propia solitaria existencia en aquella sombría morada. Y comprendió que su destino estaba ligado a la casa, al té frío y a la compañía eterna de estas inquietantes criaturas.

Nota: La imagen sugiere una atmósfera de suspense y una posible conexión entre la niña y los fantasmas. La historia se centra en esta relación y el ambiente opresivo de la mansión.

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