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viernes, 5 de septiembre de 2025

La criatura de la laguna azul

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La criatura de la laguna azul

La primera vez que vi la Laguna Azul, estaba en un viaje con mis amigos, buscando escapar de la rutina de la ciudad. El lugar era de ensueño, un rincón del paraíso. El agua era tan clara que podías ver cada piedra en el fondo, y el sol brillaba sobre la superficie como si estuviera puliendo un zafiro gigante. Nos reímos de los ancianos que nos advirtieron en el pueblo, diciendo que la laguna tenía un alma oscura.

Al caer la tarde, la luz se desvaneció. El cielo se tiñó de un naranja y violeta enfermizos, y el aire se volvió frío. Mis amigos se metieron en las tiendas, pero yo no podía apartarme de la laguna. Era como si su belleza hubiera tomado un giro siniestro. Su superficie, que antes era cristalina, ahora era un espejo de tinta negra. El silencio era total, un silencio tan profundo que me dolía en los oídos.

De repente, una luz tenue, un brillo fantasmagórico, surgió del centro del agua. Pensé que era el reflejo de la luna, pero la luna aún no había salido. La luz se intensificó y, para mi horror, comenzó a tomar forma. Era la silueta de una mujer, pero sus movimientos eran lentos y antinaturales. Su cuerpo era azul, del mismo tono que la laguna en la luz del día, pero emitía una luminosidad que revelaba cada detalle de su piel translúcida.

Mis manos se tensaron, mi corazón latía tan fuerte que creí que iba a salir de mi pecho. No podía gritar. La criatura se movió hacia mí, sin hacer un solo ruido, deslizándose sobre el agua. Sus ojos, dos puntos de luz brillante, me miraban con una fijeza que me despojaba de todo pensamiento, de toda voluntad. Sentí un frío que no venía del aire, sino de la criatura, un frío que me llegó hasta los huesos.

"Ven", pareció decirme sin emitir sonido alguno. "La paz te espera".

Esa voz, esa promesa, no provenía de sus labios, sino que resonaba directamente en mi mente. Sentí un deseo abrumador de caminar hacia ella, de sumergirme en el agua para siempre y unirme a su belleza etérea. La voz me prometía el fin de mis preocupaciones, de mis miedos, de mi soledad. Era una oferta irresistible.

Cuando mis amigos me encontraron, estaba a punto de entrar al agua. La luz de sus linternas rompió el encanto. La criatura se disolvió en un destello, desapareciendo en la oscuridad de la laguna. Mis amigos se rieron de mí, pensando que estaba bromeando o que el frío me había hecho alucinar. Pero no pudieron ver lo que yo vi, ni sentir el terror que me invadió al ser libre.

Desde esa noche, ya no puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos, veo esos dos puntos de luz. La criatura no está en la laguna; está en mi mente. Todavía me llama, y a veces, en el silencio de la noche, siento una presencia fría junto a mi cama. Sé que el día llegará en que ya no podré resistir la llamada, y que la promesa de paz y la criatura de la Laguna Azul finalmente me llevarán a casa.

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