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| El pacto con la polilla | 
Miguel siempre había tenido una fascinación malsana por lo oscuro. Desde niño, las historias de criaturas nocturnas y pactos siniestros lo cautivaban. Sin embargo, fue en una noche de tormenta, cuando el viento aullaba como un lobo hambriento, que su vida dio un giro aterrador.
Esa noche, mientras se refugiaba en su habitación, una polilla gigante se deslizó por la ventana rota. Sus alas eran tan amplias como las de un murciélago y su cuerpo, cubierto de un pelaje oscuro, parecía absorber la luz de la lámpara. Miguel, paralizado por la mezcla de miedo y curiosidad, se acercó lentamente.
La polilla no era un insecto común. En su interior, Miguel sintió que latía una presencia antigua y poderosa. Con una voz susurrante como el roce de alas en la penumbra, la criatura le ofreció un pacto: "Te concederé todo lo que desees, pero a cambio, deberás entregarme una parte de tu alma".
Miguel, cegado por la ambición, no dudó. "Quiero ser el mejor en todo lo que haga", declaró con fervor. La polilla se acercó, sus ojos brillaban como carbones encendidos en la oscuridad. "Así será", murmuró, y en un instante, un frío glacial recorrió el cuerpo de Miguel.
Los días siguientes fueron un torbellino de éxito. Miguel se convirtió en un prodigio en su trabajo, superando a colegas y rivales con una facilidad inquietante. Sin embargo, a medida que sus logros aumentaban, también lo hacía una sensación de vacío en su interior. Las risas de sus amigos se convirtieron en ecos lejanos, y las alegrías que antes lo llenaban se desvanecieron, dejando solo la sombra de su ambición.
Una noche, mientras contemplaba su reflejo en el espejo, descubrió que su propia imagen comenzaba a desvanecerse, como si la polilla estuviera devorando su esencia. Desesperado, buscó la forma de romper el pacto, pero la criatura siempre estaba presente, acechando en las sombras, recordándole su precio.
Miguel decidió enfrentar a la polilla. Se encerró en su habitación, dispuesto a desafiarla. "¡Devuélveme lo que me quitaste!" gritó. La polilla emergió de las sombras, aún más grande y aterradora. "No puedes escapar de lo que has elegido", respondió con un eco que resonó en las paredes.
En un último intento por recuperar su humanidad, Miguel se arrodilló y ofreció un sacrificio: su ambición. Pero la polilla sonrió, y en un susurro helado, dijo: "La ambición es lo que te ha traído hasta aquí; sin ella, no eres nada". Con un movimiento de sus alas, absorbió la esencia de Miguel, dejándolo vació y perdido.
Días después, su nombre se esparció como un rumor en la ciudad. El prodigio que había alcanzado la gloria había desaparecido, dejando tras de sí solo el eco de su ambición. La polilla, satisfecha, se deslizó por la ventana rota, buscando su próxima víctima en la oscuridad de la noche.
Y así, la leyenda de Miguel y su pacto con la polilla se convirtió en un cuento de advertencia para aquellos que se atreven a desear más de lo que están dispuestos a pagar.
